Buscar en este blog

jueves, 31 de marzo de 2011

Hijos de la anarquía

Aún recuerdo el día que vi el último capítulo de Los Soprano con mi mujer, un vaso ancho con cuatro cubitos de hielo y un tercio de Jim Bean y un robusto Don Julian. No, no estuvo mal, no fue lo mejor de la sería, sobre todo si lo comparamos con las seis espectaculares temporadas que había delante. La grandeza de este último episodio vino por la nostalgia de saber que esos personajes tan complejos, con tantos matices, iban a dejar de acompañarnos por las noches.
Han pasado muchos capítulos de multitud de series desde entonces hasta hoy, series de muchos tipos, capítulos de diversas duraciones, y ese vacío que nos dejó Tony y sus dos familias no ha conseguido ser llenado hasta ahora, ahora que la anarquía moderada con regusto a buenos clásicos del rock han aparecido en nuestro televisor.
Los hijos de la anarquía no están nada lejos, ni mucho menos, de esa familia que Tony dejaba en casa o que iba a ver al Bada Bing. Al igual que Los Soprano, no se pueden ver capítulos sueltos, ya que el hilo argumental es lineal y las referencias a hechos ocurridos en episodios anteriores son abundantes. Los capítulos, que rondan los 45 minutos, comienzan trepidantemente, dejan grandísimas perlas de rock clásico y terminan de forma inesperada.
La acción se desarrolla en un pequeño pueblo de California atrezado con todos los tópicos reales del más auténtico american life style. Una asociación de moteros intentan llevar a cabo sus turbios negocios para subsistir. Enfrentamientos entre bandas, extorsiones policiales, armas,... Y sobre todo motos, muchas motos. Los personajes son muy auténticos, genuinos.
Una serie que os recomiendo para pasar un rato trepidante en vuestros sillones.

martes, 22 de marzo de 2011

Medidas equivocadas

Nuestro Gobierno ha tomado un par de iniciativas recientemente para aumentar la productividad y reducir los gastos, como son el aumento de la edad de jubilación hasta los 67 años y la limitación de la velocidad máxima permitida a 110km/h. Quizás podría haber tomado unas medidas que aumentasen notablemente la productividad y ahorrase mucho más gasto aumentando la edad de jubilación a los 110 años y rebajando la velocidad hasta los 67 km/h, así podríamos asemejarnos algo más al modelo productivo alemán.

¡¡¡Muchas gracias tito Eugenio por tus enseñanzas!!!

martes, 8 de marzo de 2011

Máxima velocidad

A medida que esta crisis no sólo económica sino también de principios y valores, una crisis que ya lleva bastante tiempo con nosotros, se instala en nuestras vidas de una manera casi permanente, me voy dando cuenta de la pérdida de dirección de muchas cosas.
Es innegable que durante un período de tanta incertidumbre como es éste en el que estamos sumergidos, les toca a los mandatarios la toma de decisiones, ya sean fáciles o difíciles, que para algo han sido elegidos y cobran por ello.
Lo que no acabo de ver  son ciertas decisiones llevadas a cabo por nuestro Gobierno últimamente. Me posiciono total y radicalmente en contra de todo tipo de prohibición, ya que creo en la educación como método de convivencia por varias razones: la primera es por principios, por no querer asumir que un gobierno que se vende como izquierdista y que por tanto debe abogar por aumentar las libertades colectivas, no haga sino privarnos de estas libertades sin decirnos claramente las razones; la segunda razón es porque educando se consigue una sociedad más respetuosa por conciencia y no por imposición, se consigue aumentar el nivel cultural del pueblo y se generan más puestos de trabajo que con la prohibición por metodología.
No me creo que la razón para la ultima prohibición impuesta, no poder rebasar los 110 km/h en autovía, sea una cuestión de ahorro de combustible, ya que si se quiere llegar a un ahorro mínimamente decente se debería tratar de limitar el uso de los coches que más consumen, es decir, coches más antiguos, de gran cilindrada y todo-terrenos, mediante la limitación de su uso o el aumento de los impuestos de estos vehículos, no con una medida totalmente aleatoria que afecta incluso a los vehículos híbridos y eléctricos que no consumen combustible fósil.
Una vez más se han cubierto de gloria con una decisión, a mi modo de ver, desproporcionada, injustificada y aleatoria.