Hace poco más de un año se desató una locura de informaciones, de situaciones alteradas ante un simple estornudo, al ver a alguien sonando sus narices en un pañuelo. Horror en los metros y autobuses públicos de todas las ciudades por los inminentes e insalvables contagios que presagiaban los medios de comunicación. ¿Cómo conseguir una vacuna que nos salvara la vida a nosotros y nuestras familias? Daba igual los métodos para conseguirlas: un amigo médico, una prima enfermera, un tío auxiliar de un hospital,... ¡¡¡Que alguien me dé algo por si acaso!!!
La vendieron como la primera pandemia del siglo XXI, que acabaría con gran parte de la humanidad, lo cual no estaba tan mal al pensar que ya somos más de 7.000.000.000 de personas y no hay comida para muchas más bocas. Y se quedó en eso, en una venta, en una gran mentira, en un conseguir más números de periódicos en las calles durante el invierno, en conseguir un mayor share televisivo en los telediarios.
Aun hoy en día me pregunto si aquello fue una estrategia de venta del ya famosísimo Tamiflu (que estaba completamente agotado) por parte de Roche que se les fue de las manos, un descuido de algún centro de investigación al dejar escapar un nuevo virus, un virus real mutado con menos poder mortífero y de contagio del esperado, una gran mentira inexistente creada por una equivocación o una gilipollez del tamaño de un grano de arroz que pasó a convertirse en el Everest de las epidemias mundiales.
El caso es que un año y unos pocos meses después, esa gripe A ha desaparecido del mapa, ya no hay contagios ni muertos, ya no es noticia. Y me pregunto, ¿qué han hecho para que desaparezca? ¿Ha decidido el propio virus irse solito a molestar a otro planeta? Seguramente el mayor virus que ha aparecido hasta ahora, el del dinero, con su crisis omnipresente, lo ha conseguido devorar, y por mucho que pretendieran hacernos olvidar el año pasado los problemas económicos que había, aunque consiguieron que se dejara de hablar de los multimillonarios rescates financieros a empresas privadas con fondos públicos, al final el H1N1 fue sometido al poder de la crisis económica y se extinguió.
Lo que me queda de todo esto es sobre todo el poco respeto que ya me merecen los diferentes medios de información, ya sea Internet, televisión, radio, prensa escrita,... Mantuvieron una campaña en la que sólo les faltaba a los presentadores aparecer con mascarillas "por si acaso". Sembraron el pánico en una sociedad ya atosigada de miedos económicos, terroristas y sociales y al final el tiempo ha vuelto a demostrar lo apocalípticos que son los medios de comunicación.