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miércoles, 31 de agosto de 2011

El ocaso de la princesa


La vida era muy bella para la zamorana. Representaba a sus conciudadanos cacereños, iba a reuniones en las que se enteraba de la misa la mitad, ostentaba la Secretaría General del PSOE de Cáceres y parecía que la cuidad iba para delante mal que bien.
La luz parece que se le empezó a apagar cuando comenzó la remodelación de la Plaza Mayor de Cáceres, que terminaron tras casi un año de obras y a la carrera a finales de abril de 2011. A punto estuvieron las diversas procesiones de no poder pasearse en la tardía Semana Santa por la Plaza Mayor.
El ocaso a modo de supernova llegó en la última reunión en la que se pretendía que la “buena” de Carmen dimitiera de motu propio para darle una salida lo más honrosa posible, a lo que se negó en rotundo y terminó saliendo de la reunión diciendo “Ahora la que dimite soy yo”, cogiendo su bolso y dando un portazo. Detrás de ella salieron sus más fieles colaboradores.

Los últimos coletazos de luz de la princesa caída aun se pueden ver por la capital cacereña en forma de carteles electorales roídos por el sol y castigados por el agua y el viento. Todavía puede verse cómo el rostro de Carmen anticipaba lo que hoy ya sabemos, el castigo que su pueblo le puso al ostracismo. No sé bien si el “buen amigo” que retrato de esa forma tan cruel a Carmen tuvo mucho o poco que ver, pero desde luego se le puede tachar de visionario.

3 comentarios:

  1. qué mona sale en la foto, ¿verdad? qué favorecida y qué bien, oyes...

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  2. Demasiado favorecida para como es en persona. Que trabajo le ha costado dejar el mando.

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