Hoy hace un año que se apagó una estrella. Y fue
precisamente una tal Estrella la que le rindió el más grande homenaje antes su aún
presente cuerpo. Estrellas de aplausos cayeron ante la hija doblada y el padre
yaciente, calor en las palmas sin ningún ritmo que tantas veces el gran Enrique
escuchó tras cada una de las canciones que cantó por tantos y tan variados
escenarios.
Otra vez el flamenco se nos quedó huérfano, otra figura a
poner al lado de Camarón. Otro genio, esta vez 'granaino' que nos legó su alma en
cada concierto.
Aun recuerdo con los pelos de punta (el frio que hizo
aquella noche ayuda) el único concierto que vi de este grande del cante y la
escena el 13 de agosto de 2010en los Jardines de Sabatini, 4 meses antes de su
último adiós al público. La magia de él y los suyos llenaron un escenario negro
que sólo ofrecía el juego de luces necesario para calentar o enfriar el
ambiente según lo requerían cada uno de los cantes que nos dejó en la memoria.
Desde aquí mí más sentido recuerdo y la mención de un disco
que escucho una y otra vez, porque para mí es Morente en estado puro: Sueña la
Alhambra.
Siempre me pesará no haberle llegado a ver en directo.
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